viernes, 19 de junio de 2020

Viernes de poesía: Lady Lázaro - Sylvia Plath


Lady Lázaro

Sylvia Plath

Traducción: Oscar Bonilla







Lo he vuelto a hacer.
Un año de cada diez
Lo logro ——

Una especie de milagro que camina, mi piel
Brillante como una lámpara Nazi,
Mi pie derecho

Un pisapapeles
Mi cara sin rasgos, un buen
Lino judío

Despega la servilleta
Oh, mi enemigo
¿Te aterro? ——

La nariz, la cuenca de los ojos, ¿los dientes enteros?
El mal aliento
Se desvanecerá en un día.

Pronto, pronto la carne
Será comida por la tumba
Y encontrará su hogar en mí

Yo, una mujer sonriente.
Tengo sólo treinta años.
Y como los gatos, nueve oportunidades para morir.

Esta es la Número Tres.
Que basura
Para aniquilar cada década

Que millón de filamentos,
La multitud de come cacahuates
Empuja para ver

Ellos me desnudan de manos a pies ——
El gran strip tease
Damas, caballeros

Estas son mis manos
Mis rodillas.
Puede que sea sólo piel y huesos,

Aun así, soy la misma, idéntica mujer
Tenía diez años la primera vez que pasó.
Fue un accidente.

La segunda vez fue con intención
De acabar con todo y no volver jamás.
Me cerré

Como una concha marina
Tuvieron que llamar y llamar
Y despegar los gusanos de mí como si fueran perlas pegajosas.

Morir
Como todo lo demás, es un arte
Y yo lo hago excepcionalmente bien.

Lo hago para que se sienta como el infierno.
Lo hago para que se sienta real.
Podría decirse que es mi vocación.

Es fácil hacerlo en una celda.
Es fácil hacerlo y quedarse quieto.
Es el regreso

Teatral a pleno día
Al mismo lugar, al mismo rostro, al mismo grito bruto y divertido:

“¡Es un milagro!”
Eso me noquea.
Hay un precio

Por ver mis cicatrices, hay un precio
Por escuchar mi corazón ——
Marcha rápido verdaderamente

Y hay un precio, un gran precio
Por una palabra o un tacto
O por un poquito de sangre

O por un pedazo de mi cabello o mi ropa.
Entonces, entonces, Herr Doktor.
Entonces, Herr Enemy.

Yo soy tu Opus,
Tu objeto valioso,
Tu bebé de oro puro

Que se derrite en un grito.
Yo giro y ardo.
Pero no creas que desestimo tu gran preocupación.

Cenizas, cenizas ——
Picas y atizas.
Carne, hueso, no hay nada más aquí ——

Un pastel de jabón,
Un anillo de bodas,
Un relleno de oro.

Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado
Cuidado.

De las cenizas
Me elevo con cabello rojo
Y como hombres como si fueran aire.




viernes, 5 de junio de 2020

Viernes de poesía: El zorro del pensamiento – Ted Hughes


El zorro del pensamiento

Ted Hughes

Traducción de Oscar Bonilla





Imagino este momento de medianoche en el bosque:
Además de la soledad del reloj
Y de la página en blanco por donde mis dedos se mueven
Algo más está vivo

A través de las ventanas no veo estrellas:
Pero algo más cercano
Aunque profundo en la oscuridad
Entra en mi soledad

Fría, delicada como la nieve oscura
La nariz del zorro toca una ramita, una hoja;
Dos ojos realizan un movimiento, que ahora
Y ahora de nuevo, y ahora, y ahora

Deja huellas finas sobre la nieve
Por entre los árboles, con cautela 
Una sombra coja va a la zaga
Entre zanjas y tocones 
De un cuerpo que valiente viene

A través de los claros, un ojo,
Un verdor cada vez más profundo
Brillante, concentrado
Que llega por su propia cuenta

Entonces, con un repentino y agudo olor a zorro
Entra al agujero oscuro de la cabeza
La ventana, todavía, sin estrellas; el reloj continúa su marcha
Y la página está impresa.


The Thought-Fox, públicado por Ted Hughes en The Hawk in the Rain, Faber & Faber, 1957.  Versión al español por Oscar Bonilla. 

lunes, 1 de junio de 2020

Beautiful things don´t ask for attention: el arte de contar lo cotidiano.





Hay una escena en la segunda adaptación cinematográfica de la historia de Walter Mitty en la cual el personaje interpretado por Sean Penn, Sean O´ Connell, un fotoperiodista evasivo  que ha viajado a los Himalayas con el objetivo de fotografiar al también evasivo gato de las nieves, se detiene justo antes de accionar su cámara para contemplar al animal al que está a punto de capturar en imágenes. Entonces, mientras observa al gato confundirse entre la nieve y las rocas de aquella región remota del mundo, antes de decidir que no tomará la foto para no poner barreras entre él y el momento que vive, O´Connell murmura lo siguiente: las cosas hermosas no piden atención. Después, el gato se esfuma sin ser capturado y O´Connell y Mitty bajan a jugar futbol con un grupo de chicos locales.
            Esta escena, sencilla, efectiva y de diálogos mínimos (y prueba de su efectividad es que es prácticamente lo único que recuerdo de la película varios años después de haberla visto) siempre me hace pensar en la literatura, en particular, y en el arte en general. Más allá de esnobismos, de distinción de literaturas menores y mayores, siempre me ha interesado la literatura que cuenta historias de personas, con la complejidad y la simpleza que ello implica. Nunca me sentí atraído por las sagas épicas, los sucesos extraordinarios, las batallas por la humanidad, el bien, el amor y la justicia. En cambio, desde muy chico, prefería las historias de oficinistas que buscan la salvación sin encontrarla, de maestras de música que se ilusionan para desilusionarse, historias de borrachos y de toxicómanos, sí, pero también de padres de familia que discuten escaleras arriba para que los niños no escuchen, historias de niños tristes que toman clases de piano. El gran acierto de algunos libros que cuentan historias que rebasan al individuo, es, precisamente, contarlas a través del individuo. En la novela Vida y destino, Vasili Grossman nos cuenta la historia de Rusia durante la Segunda guerra mundial (la gran guerra patria) a través de las pequeñas historias de científicos que tienen romances con las esposas de sus colegas, de obreros atrapados en fábricas consideradas esenciales para el esfuerzo bélico, burócratas fanáticos traicionados por el Partido Comunista, chicas de escuela que marchan a la guerra, etc… El torbellino, la marea fuerte que es la historia, se observa de manera más efectiva cuando se cuenta desde las gotas; precisamente porque es sencillo olvidar que los grandes eventos llevan dentro incontables sucesos pequeños (aparentemente, y solo aparentemente, sin importancia).
            En Sumisión, Michelle Houllebecq nos dice que el verdadero talento de un escritor consiste en crear un mundo en concordancia consigo mismo. En otras palabras: ofrecer, desde el punto de vista subjetivo, una visión del mundo que compartimos, lo suficientemente amplia como para ser reconocida por otros y lo suficientemente original para iluminarlo como algo nuevo, algo hermoso. El arte, a fin de cuentas, busca revelar lo cotidiano como algo nuevo y mejor; volver la mirada a lo visto mil veces y observarlo por primera vez. Y las historias cotidianas, como gatos fantasmas en la nieve, no necesitan que se les preste atención, pero lo hacemos, porque son bellas y lo bello existe, sea o no visto.
            Al final de la película, el propio O´Connell compara la fotografía del gato de las nieves con un retrato hecho a Walter Mitty, un oficinista común, con una vida común y una historia que bien podría haber quedado olvidada entre las manchas de las grandes historias, entre la nieve y las piedras del tiempo.