(Publicado originalmente en el periódico Entretodos, N° 187, marzo 2018)
Anne sexton: poesía e
intimidad femenina.
Oscar Bonilla
Depresiva, talentosa y
autodestructiva: Anne sexton fue una poeta norteamericana que, a mediados del
siglo pasado, irrumpió en el mundo de las letras para cargar en contra de la
hipocresía del mundo en el que le tocó vivir. Nacida en una familia burguesa y
condenada a llevar una vida similar al contraer matrimonio, la enfermedad
mental apareció en su camino para desbaratarla y llevarla en otra dirección. Anne,
diagnosticada con lo que hoy llamamos trastorno bipolar, comenzó a escribir
poesía como parte de una terapia psicológica. De esto nació un trabajo artístico
que no temía hablar de masturbación, soledad, envejecimiento, pensamientos
suicidas, abortos o menstruación. Lo que después fue conocido como poesía
confesional, término dentro del cual se englobaban a otras poetas como Sylvia
Plath. Aunque lo de Sexton, más que confesión, era un verdadero acto de
exhibicionismo psicológico. En sus poemas podemos encontrar versos tan
terribles y bellos como los siguientes: “Los suicidas tienen un lenguaje
especial / ellos, como los carpinteros, quieren saber cuáles herramientas usar
/ nunca preguntan por qué construirán”. “Entonces llegó mi rival de ojos
oscuros / la dama del agua, erguida en la playa / y yo pasé a ser la escoba
usada / de noche, sola, me caso con la cama”. Las líneas anteriores pertenecen
a los poemas Deseando morir y La balada de la masturbadora solitaria,
respectivamente. Los cuales, no es difícil imaginar, causaron una reacción
importante en la conservadora sociedad norteamericana de mediados de siglo. Pero
fueron esta reacción y su arte lo que la llevaron a la fama, y fue la fama lo
que terminó por vencer su delicada estabilidad mental. Al final, un día de
octubre de 1974, Anne se bebió un vaso de vodka, se encerró en su cochera y
encendió el motor de su automóvil. Tenía 45 años al momento de su suicidio. Y a
nosotros nos queda recordar aquello que, antes de morir, dejó escrito para su
hija en una carta: La vida no es fácil, es terriblemente solitaria. Yo lo sé.
Ahora tú también lo sabes.